Maribel Orgaz @leerenmadrid
Teresa Vinyoles, de la Universidad de Barcelona, recoge una historia de amores medievales.
Teresa Vinyoles, de la Universidad de Barcelona, recoge una historia de amores medievales.
Margarida y Andoni se veían desde hacía dos meses en la catedral y según parece, se miraban profundamente los días festivos y los no festivos.
Él decide pasear por la calle en donde ella vive, ella le sonríe desde la ventana, él la saluda con el sombrero.
Una mañana, él entró en su casa y ella le declaró su amor. Se despidieron dándose la mano.
Al día siguiente, él envió un criado para pedirle una cita, ella le regaló una langosta y se citaron aquella misma noche.
Tras la cita, él le mandó peras, melocotones y queso.
Privarse de alimentos servía para evitar el deseo, intercambiarlos un símbolo de amor, explica la historiadora catalana.
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Por qué un abrazo debe durar un poco más